El sueño de dejar un trabajo en relación de dependencia y convertirnos en “nuestros propios jefes” no es tan sencillo como parece, ya que muchos mitos sobre esta forma de trabajar son solo eso, mitos.
“Vas a poder dormir ocho horas diarias”
Quizás, cuando suene el despertador a las seis de la mañana, pienses “seré mi propio jefe y dormiré todo lo que quiera”. Pero esto no es así.
La verdad: cuando lees biografías sobre personas exitosas, te das cuenta de que levantarse a las seis es todo un lujo. Un hábito común entre las personas de éxito puede ser el de levantarse a las cuatro o cinco de la mañana. Todo tiene su explicación.
Por muy tarde que te acuestes la noche anterior, ocho horas de sueño no son ocho horas. Es necesario estar activo antes de que el resto del mundo lo esté, para así preparar las previsiones del día con eficacia. Ya lo decía Benjamin Franklin: “Ir temprano a la cama y levantarse pronto hace a un hombre saludable, rico y sano”.
“Tendrás más tiempo para trabajar en proyectos personales”
Después de pasar tres meses totalmente inmerso en tu trabajo podés pensar “cuando trabaje para mí pienso reservarme un tiempo para hacer lo que realmente me gusta: jugar al fútbol, visitar museos o ir al cine”.
La verdad: eso que pensás es posible (a medias). Cuando controlás tu propio horario, podés organizarlo de tal manera que dejes un espacio para tu vida personal. Tenés una mayor flexibilidad.
Pero (y es un gran ‘pero’) no podés olvidar que aunque trabajes para vos o seas tu propio jefe siempre dependerás de otras personas. Puede que no tengas a nadie por encima, pero siempre habrá clientes, colaboradores o inversores con lo que tendrás que estar en sintonía. Además, al no fijar tus horas de trabajo, cada momento del día formará parte de tu jornada laboral.
“Estarás más cómodo trabajando desde casa”
Durante esos días donde la lluvia y el frío nublan tus ventanas, pensarás “qué bien trabajaría hoy desde casa, con mi pijama y mi café caliente?¡Eso haré cuando sea mi jefe!”
La verdad: muchos males se esconden bajo la comodidad del pijama. El primero, no es buena idea asociar tu casa, lugar de paz y tranquilidad, con el estrés y las obligaciones de un trabajo. Cuando quieras desconectar solo te sentirás encerrado en tu oficina.
Segundo, las únicas cosas con las que te podés relacionar durante tu jornada laboral son la heladera, la televisión o la computadora (a la que supuestamente ya estás pegado mientras trabajás).