El traslado de 191 presos la madrugada de este martes desató la incertidumbre dentro y fuera del Centro de Reinserción Social número 3. Afuera, el enojo se vio en las lágrimas de madres, hermanas y esposas que acudieron en busca de información sobre los internos.
Decenas de familias aguardaron en las inmediaciones de este penal pese a los 6 grados centígrados que se registraron en Ciudad Juárez, a fin de conocer el paradero de sus familiares o, al menos, su estado de salud.
“Tuvimos información apenas, ayer (lunes) no nos querían dar nada, de hecho ayer dos camiones grandes se querían llevar a bastantes… nos pusimos en la parte de atrás de los autobuses para que no salieran, tratando de que nos dieran información y fue inútil”, confió a MILENIO una de las mujeres en espera.
El operativo se llevó a cabo durante las primeras horas de ayer; los reclusos abordaron dos aviones de la Guardia Nacional para su traslado vía aérea hacia cinco penales federales, según la fiscalía estatal y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Los reos se encuentran en situación de internamiento por delitos de alto impacto, como homicidio, secuestro, portación de arma de fuego, violación y crimen organizado. Empleando dos aeronaves Boeing 727 pertenecientes a la Guardia, se estableció una primera ruta con 114 internos; en la segunda, una más con 77.
“Mi hermano no tiene celda”
La irrupción de un comando en el Cereso, el domingo pasado, no solo dejó en evidencia los lujos que se permitían, sino las malas condiciones que enfrentan los presos que carecen de privilegios.
“Mi hermano no tiene celda, se queda en los pasillos, así improvisados con carpas de lona”, declara una mujer que acudió a corroborar si su pariente fue trasladado.
Familiares acusaron abusos en el penal, como el cobro de cuotas por visitas, por ingresar comida, por llevar un cobertor con flores y no con cuadros o, simplemente, para solventar gastos.
“En las visitas yo les dejo para sus gastos… a veces hasta mil 500 porque todo está muchísimo muy caro, todo es muy caro adentro, la comida… todo”, dice una de las esposas que aguarda afuera.
Otra esposa de un interno cuenta: “Son 300 pesos por entrar a ver a nuestro familiar y se los tenemos que dejar; cada vez que yo entro son 300 pesos para poder visitarlo y si yo no le dejo, pues pasa friega”. Detalla que ella le deja el dinero y después se lo cobran.
“Hace dos semanas le trajimos una cobija a mi hermano y no me dejaron pasarla porque no era de cuadros, tiene que ser cobija de cuadros, y la que yo traje tenía estampado de flores; me dijeron que no la podía pasar, que si quería me cobraban 400 pesos, y pues mejor no, me dijo mi hermano que no los pagáramos porque de todos modos en un descuido se la roban”, dice otra persona.
Si bien la promesa de la fiscalía ha sido depurar el centro de reclusión, que ya comenzó con el cese e investigación del director, Alejandro Alvarado Téllez, aún no puede explicar la existencia de celdas VIP.
—¿Cómo se explica la existencia de estas celdas? Es imposible no verlas…”, se le preguntó el lunes al fiscal de Chihuahua, Roberto Javier Fierro Duarte.
—A ver, sí tengo que decirles y dejar claro que estamos haciendo una investigación profunda. Porque esto no se construyó en seis meses ni un año. Esto tiene mucho tiempo.
—¿No lo habían visto?
—No es que lo hayamos visto.
—¿Entonces sí sabían?
—No, tranquilos, es lo que estamos viendo y analizando (Milenio).