Bomba atómica de Hiroshima: 4 datos sobre el primer bombardeo nuclear

El Día de Hiroshima es la fecha que se conmemora a raíz de los acontecimientos del 6 de agosto de 1945 en Japón.

“Un día soleado se convirtió en un infierno”, relata el historiador Mario Marcello Neto, doctor en historia por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) y autor de la tesis titulada El brillo de los mil soles: historia, memoria y olvido en la bomba atómica en Estados Unidos y Japón.

Experto en uno de los sucesos más determinantes de la historia del siglo XX, Neto, en diálogo con National Geographic, ayuda a reconstruir algunos de los pasos que condujeron al primer ataque nuclear del mundo.

El día de la bomba atómica de Hiroshima, las sirenas que advertían un ataque aéreo sonaron en toda la ciudad japonesa, mientras los cazas B-29 estadounidenses atravesaban el espacio aéreo del país. Para entonces, Hiroshima ya había sufrido más de 30 ataques durante la Segunda Guerra Mundial, según el estudio de Neto. Sin embargo, nadie en el país estaba preparado para lo que vendría después.

Con “el brillo de mil soles”, como dice la tesis del especialista brasileño, se disparó la primera bomba atómica de la historia causando daños nunca vistos. “El proyectil explotó en el aire, a unos 600 metros del suelo”, señala el historiador, y agrega: “Fue transportada por el Enola Gay, un bombardero B-29 pilotado por el coronel Paul Tibbets, que sobrevolaba Hiroshima a una altitud de aproximadamente 9,5 kilómetros cuando liberó la bomba hacia las 8.15 horas”.

El acontecimiento fue uno de los momentos más impactantes de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó en 1939 y duró unos siete años, dividiendo a las naciones del mundo en dos grandes grupos. “Estaban los Aliados, cuyos principales miembros eran Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y más tarde la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y, al otro lado, estaba el llamado Eje, integrado por la Alemania de Adolf Hitler, la Italia de Benito Mussolini) y Japón”, explica el experto.

1. ¿Por qué fue bombardeada Hiroshima?

Según el historiador, cuando las bombas tocaron suelo japonés, el país se encontraba en plena crisis por el conflicto bélico: “Estaba sin el apoyo de sus dos principales aliados, sin dinero y enfrentándose solo a la potencia que más creció durante la guerra: Estados Unidos”.

De acuerdo a la explicación de Neto, en ese momento, las ciudades japonesas sufrían una intensa ola de hambruna, al tiempo que seguían recibiendo bombardeos esporádicos, pero recurrentes. “Para contraatacar, Japón empezó a adoptar medidas de combate drásticas, como el uso de pilotos kamikaze, que realizaban misiones suicidas y lanzaban sus aviones contra los objetivos como forma de ataque”.

Incluso en este escenario, el país del Eje estaba lejos de rendirse, sostiene la tesis del historiador. Sus estudios apuntan a una creencia, dentro del “fascismo japonés”, como dice Neto, que reforzaba la superioridad de Japón sobre las naciones occidentales, y seguía motivando su permanencia en el conflicto.

En el libro Infierno: El mundo en guerra 1939-1945, el historiador británico Max Hastings afirma que los japoneses creían que la defensa enérgica de sus islas podía evitar que el país tuviera que aceptar la derrota absoluta.

Neto también refuerza esta idea presente en el gobierno del país en aquella época: “Esta creencia siguió existiendo incluso después del desembarco de los estadounidenses en la isla de Okinawa en 1944, y de las bombas incendiarias lanzadas sobre Tokio a principios de marzo de 1945, que mataron a más de 100.000 personas en menos de seis horas”.

Según el experto, Hiroshima no fue la única ciudad elegida como objetivo. “Estados Unidos tenía criterios bastante específicos. El primero es que ninguno de los lugares a bombardear podía ser invadido por tierra por los soviéticos hasta el mes de septiembre”, indica.

El segundo criterio es que las ciudades debían ser muy grandes, es decir, debían tener un gran diámetro para ver la extensión que podía alcanzar la radiación. Por último, según Neto, en la elección también influyó el hecho de que las ciudades elegidas eran de gran importancia para Japón, tanto desde el punto de vista estratégico militar como cultural, por lo que el ataque influiría en la rendición del país.

La tesis del historiador sobre este momento crucial de la historia afirma que la lista de ciudades objetivo japonesas tenía inicialmente cinco nombres:

Kokura: elegida porque era el lugar donde se fabricaba casi toda la munición japonesa;

Yokohama: ciudad donde se producía buena parte de los derivados del acero japonés, sus aviones y, sobre todo, donde se ubicaban las refinerías de petróleo del país;

Niigata: ciudad portuaria y productora de acero y petróleo refinado, y sede de varias industrias;

Kioto: uno de los mayores centros comerciales de Japón y una de las ciudades más pobladas;

Hiroshima: ciudad portuaria con importantes instalaciones militares.

Para Richard Rhodes, historiador estadounidense y ganador del Premio Pulitzer por su libro The Making of the Atomic Bomb y cuyo trabajo sirvió de guía para el artículo de Neto, Kioto no se tuvo en cuenta por ser una ciudad histórica, ya que fue durante siglos la capital japonesa.

Para el especialista brasileño, si una bomba cayera sobre Kioto, la élite japonesa probablemente nunca habría aceptado la derrota. “Verían la acción como un descalabro, y el efecto que se buscaba con el uso de la bomba, que era la rendición, se perdería”, refuerza.

Para sustituir a Kioto, se incluyó a Nagasaki en la lista por ser una ciudad portuaria y fabril, rodeada de montañas que permitirían una mayor concentración de la radiación y una mejor evaluación de sus daños por parte de Estados Unidos, explica Neto.

El doctor en historia de la UFRGS detalla que, con los objetivos aprobados, las tropas estadounidenses estaban listas para la misión de bombardeo en cualquier momento. Es aquí, como afirma Neto, donde entra en juego el factor de decisión más importante para la elección de Hiroshima como objetivo de la bomba atómica: el clima. Era necesario un día despejado.

“Si hubiera viento, la radiación se extendería más de lo esperado. Si lloviera, la radiación también seguiría otro flujo y podría dificultar el lanzamiento de la bomba. El tiempo abierto también fue importante para recoger datos, como las fotos de la explosión, que eran importantes para el objetivo científico de la misión”, explica el historiador.

El 6 de agosto de 1945, la ciudad de Hiroshima era la única, entre todas las consideradas para el bombardeo, que presentaba un escenario meteorológico adecuado.

2. Cómo se decidió lanzar la bomba atómica en Japón

Según el artículo de Neto, la idea inicial del entonces presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt era utilizar el arma atómica como moneda de cambio en una negociación diplomática entre los dos países. Sin embargo, tras la muerte de Roosevelt en abril de 1945, el vicepresidente Henry Truman, que asumió el cargo, tenía una opinión diferente sobre el uso del arma.

Por su parte, el libro de Hastings sostiene que, en ese momento, la bomba nuclear se consideraba una alternativa a los daños que se producirían en las invasiones terrestres de Japón: “Los aliados tenían claro que la derrota de Japón era inevitable, tanto por razones militares como económicas, y que, por consiguiente, el uso de armas atómicas sería innecesario. Pero la perspectiva de verse obligado a mantener la lucha contra focos de resistencia fanática en toda Asia durante meses, quizá años, era desalentadora”.

Además, según la publicación del británico, el 16 de julio de ese mismo año, la localidad de Alamogordo, en Nuevo México, se convirtió en el lugar de la primera prueba de la bomba atómica creada por científicos estadounidenses. Entre ellos estaba Robert Oppenheimer, uno de los principales implicados en su desarrollo.

La prueba tuvo lugar en medio del desierto y se denominó Experimento Trinity. “La potencia de la explosión se estimó en aproximadamente 20 000 toneladas del componente químico explosivo trinitrotolueno (TNT) y coronó el esfuerzo científico e industrial que había absorbido dos mil millones de dólares, en unos cinco años”, informa Ronaldo Rogério de Freitas Mourão, doctor de la Universidad de la Sorbona de París y miembro titular del Instituto Histórico y Geográfico de Brasil, en su artículo Hiroshima y Nagazaki: razones para probar la nueva arma.

Ese mismo día, explica Neto, Truman se reunía con los principales jefes de gobierno de los países aliados en la llamada Conferencia de Potsdam (en Alemania), cuando fue informado del éxito del experimento. “Durante la conferencia, la URSS expresó su interés en invadir Japón por tierra para presionar al país para una rendición”, afirma, y contextualiza: “En esta ocasión, Estados Unidos reveló la existencia de su arma atómica y la posibilidad de su uso”.

A continuación, y tal como cuenta el libro de Hasting, Japón recibe un ultimátum: “La Declaración de Potsdam de los aliados occidentales, publicada el 26 de julio, amenazaba a Japón con una ‘pronta y total destrucción’ si no se rendía inmediatamente”. Sin embargo, la propuesta fue denegada.

Según el historiador inglés, una de las razones del rechazo fue que, para los japoneses, la declaración simplemente “presagiaba más de lo mismo: ataques con bombas incendiarias y, tarde o temprano, una invasión”, mientras que “para los líderes aliados, que sabían que la primera bomba atómica acababa de ser probada con éxito, la frase estaba llena de significado”.

Como respuesta a la negación, el atentado se convirtió en una prioridad. “Esto hizo que Estados Unidos iniciara inmediatamente el proceso de análisis de las ciudades y los lugares donde debía lanzarse la bomba atómica”, informa el artículo científico de Neto.

3. ¿Qué pasó con Hiroshima después de la bomba?

Según el libro La Segunda Guerra Mundial, del escritor e historiador británico Antony Beevor, miles de personas murieron en Hiroshima con la explosión de la bomba, cifra que aumentó a 200000 en los días siguientes debido a las consecuencias de la radiación.

“Alrededor de 100 000 personas murieron instantáneamente, y miles más perdieron la vida después, por quemaduras, shock o envenenamiento por radiación”, escribe Beevor.

“La gente todavía estaba tratando de entender lo que había sucedido. Sabían que no había sido un bombardeo normal, pero no tenían idea de la radiación y de los daños reales”, indica Neto sobre los momentos siguientes a la explosión, y agrega: “Ni siquiera las autoridades japonesas eran conscientes, hasta el punto de que las órdenes a Hiroshima eran que la ciudad se pusiera en pie y se preparara para nuevos ataques”.

Mientras tanto al otro lado del mundo los periódicos estadounidenses elogiaron la misión. El New York Times, por ejemplo, publicó el 6 de agosto un anuncio de la Casa Blanca y del Departamento de Guerra de EE.UU. de que una bomba atómica, con la potencia de miles de toneladas de TNT, había sido lanzada sobre Japón.

El 9 de agosto, tres días después del primer bombardeo atómico de la historia del mundo, se lanzó una segunda bomba nuclear contra Japón, esta vez en la ciudad de Nagasaki.

Neto subraya que la acción también tuvo una importancia política, además de ser un acto de guerra: “Esto se debe a que en el intervalo de lanzamiento entre una bomba y la otra, la URSS había invadido Japón por tierra, lo que encendió la alerta para los estadounidenses”, explica, y continúa: “Se temía que los soviéticos lograran una rendición efectiva de Japón antes y que esto convirtiera al país en una nación comunista”.

4. El bombardeo a Hiroshima y Nagasaki significó el verdadero fin de la guerra

La bomba atómica de Hiroshima, conocida como Little Boy, y la de Nagasaki, llamada Fat Man, marcaron el verdadero final del mayor conflicto del siglo XX, sostiene el doctor en historia de la UFRGS.

Aunque la guerra tuvo su final oficial en el continente europeo el 8 de mayo de 1945, un día después de la firma de la rendición de Alemania que era la principal fuerza del Eje, el conflicto continuó en Asia, explica el investigador. “En ese momento, Japón había llevado a cabo un expansionismo extremo en las regiones chinas y seguía librando constantes conflictos con la armada estadounidense y las tropas británico-hindúes en Birmania (Myanmar)”.

Sólo un día después del bombardeo de Nagasaki, Japón aceptó finalmente negociar su rendición. “Los japoneses se dieron cuenta de tres cosas: estas bombas no eran algo puntual y Estados Unidos podía utilizarlas tantas veces como quisiera. También comprendieron que Tokio corría un peligro real de destrucción total y, por último, vieron que no había más formas de ganar la guerra”, precisa Neto.

La derrota del pueblo japonés se anunció el 15 de agosto por el entonces emperador Hirohito, escribió Beevor. “Al mediodía, las radios japonesas emitieron el mensaje grabado del emperador, en el que pedía a sus fuerzas que se rindieran porque la guerra había evolucionado ‘no necesariamente en beneficio de Japón’. Oficiales y soldados lo escucharon con lágrimas en los ojos”.

El 2 de septiembre de 1945, el último país del Eje firmó su rendición formal, marcando el fin definitivo de la Segunda Guerra.

Más tarde, las tropas estadounidenses ocuparon Japón hasta 1952: “Es un ejemplo de cómo las naciones ganadoras imponen lo que les sucede a las perdedoras. Hasta el día de hoy, Japón conserva algunas huellas de aquella ocupación, como la Constitución japonesa, redactada en 1947 principalmente por funcionarios estadounidenses que trabajaban en nombre de la presencia aliada y que sigue en vigor”, informa Neto. “El sistema educativo de Japón y la prohibición de que el país forme un ejército militar son también legados de aquello”, agrega.

Día de Hiroshima: cómo está la ciudad hoy

Más de 70 años después del bombardeo, Hiroshima no escatima esfuerzos para que se recuerde el acontecimiento que diezmó la ciudad, según el gobierno municipal.

Casi directamente debajo del hipocentro de la explosión de la bomba atómica existe hoy una estructura conocida como la Cúpula de la Bomba Atómica de Hiroshima. Es lo primero que se ve al visitar el Parque Conmemorativo de la Paz, dedicado a este acontecimiento.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el símbolo no solo es un poderoso recordatorio de la fuerza más destructiva jamás creada por la humanidad, sino que “también expresa la esperanza de la paz mundial y la eliminación definitiva de todas las armas nucleares”. El sitio, conservado en el mismo estado en que se encontraba inmediatamente después del bombardeo, fue incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en 1996.