“Cazábamos el humo, es la mejor guía”: fotoperiodista mexicano en Ucrania

“Cazábamos el humo para movernos donde estaba la mayor actividad bélica, cuando un estruendo hizo que nos paralizáramos y luego la tierra tembló. Un misil impactó un famoso parque de diversiones en la ciudad de Kharkiv a pocos metros de donde estábamos estacionados. En el lugar una madre que paseaba con sus hijos yacía herida a causa del impacto de la metralla”, relató el fotoperiodista mexicano Víctor Fernando Gahbler Madera, quien cubrió la invasión de Rusia en Ucrania.

Su travesía comenzó el 10 de abril con un vuelo directo de Ciudad de México a Madrid, luego tomó otro de Madrid a Varsovia (Polonia) y finalmente se trasladó en tren de Varsovia a Przemysl (Polonia), frontera con Ucrania. “Entré caminando a Lviv, ahí estuve dos días, me contacté con otros fotoperiodistas mexicanos y nos encontramos en Kyiv; cinco días después viajé solo a la ciudad de Kharkiv, que en ese momento era el frente del combate, en ese lugar hice la cobertura durante dos semanas, luego me moví a Zaporizhia con la intención de cubrir la salida de ucranianos que salían de la zona tomada por los rusos (Mariúpol) y días más tarde regresé a darle seguimiento a lo que ocurría en Kharkiv; recorrí los pueblos cercanos que recientemente habían sido liberados de la ocupación rusa.

Estuve en Ucrania durante 36 días, salí antes de que venciera el permiso de visado para evitar algún problema.

La guerra tiene muchos significados: peligro, muerte, desesperanza, ¿qué historias quisiste contar?

Me concentré en el sufrimiento. Exponer cómo de un momento a otro cambia la vida. Un día lo tienes todo y al otro todo lo pierdes: casa, trabajo, familia, paz… familias enteras abandonaron el lugar en que nacieron; me impactó el éxodo de la gente dejando Ucrania y ver las ciudades desiertas, devastadas.

Describe los escenarios que capturaste:

Cuando llegué a Kiev, a dos semanas de que se había iniciado todo, seguían desenterrando cuerpos por doquier. En Kharkiv, cerca de la frontera con Rusia, casas, escuelas, parques, iglesias, todo estaba totalmente destruido; sin embargo, había personas haciendo su vida de forma normal: montados en bicicletas, haciendo deporte, paseando a sus mascotas y jugando con sus hijos.

¿Cómo es un día en la guerra, cuál es la rutina?

Hay mucho movimiento. Por la mañana lees lo que está ocurriendo y te mueves al punto de conflicto, generalmente te guías por el humo. El humo es un aliado para las historias que puedes fotografiar. Duermes alejado de la zonas de conflicto, aunque sin la seguridad de que evitarás los ataques y bombardeos; por las noches hay toque de queda en todas las ciudades.

¿Cómo pasa el tiempo?

Desde mi experiencia, muy rápido. Hay que estar alerta, porque no sabes si tu vida está en riesgo.

¿Hay un protocolo de seguridad?

Tienes que usar chaleco antibalas y casco todos los días; portar tu identificación todo el tiempo y estar alerta.

¿Jugarse la vida por una foto?

Depende de las circunstancias. A veces no sabes que tanto estás arriesgando; sin embargo, yo me entrego por completo en el momento.

¿Te sentiste amenazado?

Amenazado por alguien, no. Estuve cerca de dos bombardeos, los misiles cayeron a unos metros y sí sentí el peligro y pero sobre todo, miedo.

¿Qué piensas de la muerte?

Que es inevitable y que en cualquier momento llega; es algo de lo que no podemos escapar.

¿Y de la vida?

Que hay que disfrutarla al máximo.

¿Cuál fue el momento más significativo que viviste?

Todos fueron especiales, no puedo darle más peso a uno sobre otro. Lo primero que se me viene a la cabeza son las personas de la tercera edad de Kharkiv que vivían en los subterráneos de sus casas. Ver las condiciones precarias, escuchar sus lamentos… te sientes impotente y solo puedes levantar la cámara para transmitir su sufrimiento: fue impactante.

Ucrania está bastante lejos, ¿cómo hace un fotógrafo mexicano para cubrir el conflicto?
Tomé la decisión muy a la ligera, no sabía exactamente a qué me iba a enfrentar: no tenía contactos, ni amigos, ni conocía el idioma; sin embargo, era imprescindible estar allá.

¿Cómo te comunicabas?

Fue un gran problema porque en algunas ciudades apenas hablan inglés. A veces utilizaba el traductor, pero tampoco hay buena señal. Me ayudaba con señas, así fue como mejor me pude comunicar.

¿Conociste a alguien que después haya muerto a causa de la guerra?

No, pero mi último conductor, Mycola, se movió a la zona de Donbas, le mandé una fotografía de recuerdo y él me regresó otra en el hospital, estaba sin movimiento en una mano a consecuencia de un impacto por metralla.

¿Hubo momentos opuestos, por no decir alegres, de la guerra?

Los ucranianos son extremadamente solidarios, no solo con su gente, lo fueron conmigo y con mis compañeros fotógrafos; vi mucha humanidad, más a la hora de compartir los alimentos.

¿Qué piensas sobre el conflicto?

Es complicado siendo extranjero. Yo estuve del lado ucraniano y si bien vi gente morir, no sé si calificar a los rusos de malos. Hay medios que hacen propaganda con ciertos fines, pero lo que sí sé, es que la muerte nunca es buena para nadie.

Si volvieras, ¿qué harías diferente?

Definitivamente ir mejor preparado, sobre todo con el idioma.

¿Quién es Víctor Fernando Gahabler?

Víctor Fernando Gahbler Madera tiene 33 años y es de Iztapalapa, Ciudad de México. Siempre quiso ser artista visual o fotógrafo. Comenzó en una agencia de fotoperiodismo en la Ciudad de México y ha trabajado en campañas políticas, en la Cámara de Diputados y diferentes medios nacionales; actualmente trabaja en una agencia de fotografía y desde hace más de un año radica en Tijuana, Baja California.