Chihuahua ha sido escenario de las batallas más sangrientas que han ocurrido en nuestro país, debido a la disputa entre los cárteles de Juárez y de Sinaloa, situación que provocó que Ciudad Juárez fuera la localidad más peligrosa del mundo en 2009.
Sin embargo, la pelea entre ambas organizaciones criminales no ha terminado y cada vez se intensifica, por tomar el control de esa ciudad fronteriza con Estados Unidos.
En 2010, la Secretaría de Gobernación (Segob) documentó a través de un informe denominado “Información sobre el fenómeno delictivo en México”, que los líderes del cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, eran los responsables del 84 por ciento de homicidios relacionados con el crimen organizado en territorio nacional, debido a la expansión de su organización criminal.
Las peleas más sangrientas se desarrollaron en Chihuahua, Durango y zonas de Sinaloa, donde las células de los capos sinaloenses se enfrentaron con el cártel de Juárez que en ese entonces lideraba Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, producto de antiguas rivalidades y traiciones familiares, y por el control de Ciudad Juárez, el punto de salida de droga más estratégico hacia Estados Unidos.
El rompimiento entre ambos grupos ocurrió el 11 de septiembre de 2004, con la muerte de Rodolfo Carrillo Fuentes, El Niño de Oro, hermano menor de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de Los Cielos, quien fue el líder del cártel de Juárez.
De acuerdo con las indagatorias realizadas por la entonces Procuraduría General de la República (PGR) y labores de inteligencia de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la ejecución fue ordenada por El Chapo Guzmán.
Rodolfo Carrillo y su esposa Giovana Quevedo fueron asesinados en Plaza Cinepolis, en Culiacán, Sinaloa, donde eran escoltados por elementos de la Policía Ministerial del Estado, encabezados por el comandante Pedro Pérez López.
No obstante, este no es el único incidente, ya que, en agosto de 2020, Julio César Carrillo Leyva, hijo de Amado Carrillo, fue asesinado en Navolato, Sinaloa.
Autoridades federales han asegurado que el crimen fue ordenado por Iván Archivaldo Guzmán Salazar, El Chapito, y su hermano de Alfredo Guzmán, líderes de Los Chapitos e hijos de El Chapo Guzmán.
Ambos hermanos son considerados los más violentos al interior del cártel de Sinaloa, lo que intensificó la disputa con el cártel de Juárez.
Cártel de Juárez ha tenido jefes ‘sanguinarios’
El cártel de Juárez también ha tenido jefes operativos considerados sanguinarios, como José Antonio Acosta Hernández, El Diego, quien se adjudicó más de mil 500 muertes, y que al momento de su captura preparaba un ataque con coches bomba contra la Policía Federal (PF), además de que amenazó con asesinar a agentes de la DEA.
“…El Diego refirió que ordenó el homicidio de aproximadamente mil 500 personas, principalmente en Ciudad Juárez y Chihuahua, entre las que se encuentran policías de los tres niveles de gobierno, funcionarios, integrantes de grupos rivales, integrantes de su misma organización a quienes les perdía la confianza y otras más no vinculados a grupos criminales a quienes privaron de la vida por equivocación al pensar que se trataban de integrantes del cártel del Pacífico (Sinaloa)”, se dio a conocer al momento de su detención.
Acosta Hernández pudo ser ubicado por el intercambio de información entre la Policía Federal y la DEA.
El Diego es presunto responsable de adquirir material explosivo industrial, el cual fue asegurado el 25 de abril de 2011, en Ciudad Juárez, mismo que iba a ser utilizado para la fabricación de “vehículos con explosivos” que emplearían para agredir a los agentes federales.
Acosta Hernández también ordenó colocar pintas y mantas donde amenazaba a autoridades de Estados Unidos y de Chihuahua.
El detenido estuvo involucrado en la muerte de 14 jóvenes en la colonia Villas de Salvárcar, el 30 de enero de 2010, y en el asesinato de tres empleados del Consulado de Estados Unidos, el 13 de marzo de ese mismo año.
También coordinó y planeó el homicidio de 19 personas en el centro de rehabilitación denominado Fe y Vida, el 10 de junio de 2010; ordenó la muerte de la subprocuradora de Asuntos Internos de la Procuraduría General de Justicia de Chihuahua, Sandra Ivonne Salas García, el 30 de ese mes, y confesó ser el autor intelectual de la preparación y colocación del coche bomba que estalló contra la Policía Federal el 15 de julio de ese año.
En México existía una recompensa de 15 millones de pesos por su captura, mientras que Estados Unidos ofrecía cinco millones de dólares (Milenio).