Encierro incrementa matrícula de adultos en INEA

CIUDAD DE MÉXICO.- Hasta 250 mil adultos mayores estarían acompañando a sus nietos y nietas mientras ven los contenidos del programa Aprende en Casa II, calcula Rodolfo Lara Ponte, director del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).

De manera formal, 65 mil personas mayores de 60 años de edad han solicitado ante la institución su incorporación a los estudios, motivados por los contenidos educativos para estudiantes de educación básica que se transmiten a través de la televisión a causa de la pandemia.

En entrevista, destacó que al final del ciclo escolar se establecerá una equivalencia para reconocer el esfuerzo que los adultos mayores están realizando a la par de sus nietos para aprender en casa.

“El acompañamiento que dan los adultos mayores a sus nietos y nietas ha permitido que se genere una gran oportunidad para poder reconocer sus saberes. Habrán de tener un reconocimiento, una acreditación de estos conocimientos que están teniendo en el marco de la pandemia.

“Consideramos que son de los programas que habrán de permanecer porque, más allá de este acompañamiento, la idea es que exista una continuidad educativa para que los adultos mayores sigan en esta ruta de aprendizaje que los lleve a concluir su primaria y secundaria y de ahí en adelante”, dijo Lara Ponte.

Explicó que los adultos mayores que estén estudiando junto con sus nietos en casa podrán seguir sus aprendizajes a través de cinco rutas que incluyen asesoría telefónica, trabajo colaborativo con niños y niñas, presentación de un examen al final del curso, así como su integración en la modalidad a distancia o la continuación de su proceso educativo actual.

“Hemos dispuesto mesas de atención a nivel nacional para ver cuál es la ruta que más se adapta a cada adulto mayor que viene acompañando al programa Aprende en Casa II. Vemos que semana a semana está subiendo notablemente la afluencia de solicitudes para las diferentes modalidades de esta oferta a distancia que ofrece la SEP, a través del INEA. Tenemos una demanda potencial de 259 mil 059 mayores de 60 años que tienen nietos y nietas”, detalló.

De manera habitual, indicó que el INEA brinda atención a 176 mil 410 adultos mayores. El 63% de ellos son mujeres.

Los datos

Concluyen estudios

En cuatro fines de semana, 25 mil 24 jóvenes y adultos mayores de 15 años concluyeron su primaria o secundaria.

De acuerdo con Rodolfo Lara Ponte, en total el INEA aplicó 77 mil 548 exámenes de primaria y secundaria en diversas plazas comunitarias del país, con el objetivo de que, pese a la pandemia, no se pierda la continuidad educativa.

La jornada, que concluyó el pasado 15 de noviembre, cerró con 87% de acreditación en ambos niveles, 95% en primaria y 84% en secundaria.

“SE SIENTE COMO IR PA’ L CIELO”

Con 46 nietos, 86 bisnietos y 23 tataranietos, José Ortiz aprendió a leer y escribir a sus 104 años.

El lunes pasado recibió su constancia de alfabetización por parte del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).

“Siento que voy pa’ l cielo, cuando voy aprendiendo me siento contento. Tengo mucha alegría, mucho gusto, voy pa’ lante, todo pa’ lante siempre”, dijo a Excélsior vía telefónica desde Pesquería, Nuevo León.

Hace tres años don Pepito, como lo conocen en su comunidad, quiso aprender a leer para saber qué decían los letreros de los espectaculares que veía en la calle. De niño quedó huérfano y por eso no estudió.

“Me decía: ‘¿qué dice ahí, hija?, ¿y qué dice allá, hija?’, entonces se me ocurrió preguntarle a Martina, que es maestra en el INEA, si mi papá quería estudiar, si ella lo admitía para enseñarle y me dijo que sí. Entonces le dije ‘¿cómo ve, apá, se animaría a estudiar?’ y él me dijo, ‘seguro que sí’”, contó Bertha Alicia, la menor de los 12 hijos de don Pepito.

Y así en 2017, con 101 años dedicados casi todos a la agricultura, don Pepito agarró los libros, la pluma y el cuaderno para aprender a leer y a escribir. Y lo logró.

“Ya lee palabritas, escribe cuando le dicto y se pone muy feliz cuando lo hace bien. Por ejemplo, le deletreó es-co-ba, ár-bol, al-to, in-dio, o-jo, y cada que termina de escribirlo sin un error se aplaude. ‘¡Bravo!’, dice. Ahora también ya sabe las palabritas de los espectaculares”, relata Bertha, de 56 años, quien también terminó la secundaria en el INEA cuando tenía 23 años.

Cuando llegó la pandemia, don Pepito, viudo desde hace 22 años, se interesó en los programas educativos que pasan en televisión y, ya con su certificado de alfabetización, el estudiante más longevo del programa de educación Aprende en Casa II decidió que quería comenzar a estudiar la primaria.

“Sí quiero seguir, estoy aprendiendo algo. Sí se puede, todos podemos, cómo no, hay que echarle ganas. Todos deben ir pa’ arriba, no pa’ bajo, nunca pa’ bajo. Se siente bonito ir pa’ el cielo”, expresó.

QUIERE SABER CÓMO ENVIAR UN WHATSAPP

Motivado por las ganas de aprender a usar una computadora y un celular para enviar mensajes de WhatsApp, así como conocer más de la historia de México, a sus 81 años don José de la Luz Barajas decidió seguir estudiando y así concluir la primaria.

Acompañado de Santiago, su nieto de 11 años, quien estudia la primaria, don José disfruta aprender sobre geografía y matemáticas a través de la televisión.

El octogenario desde pequeño amó los libros y se ha convertido en uno de los pupilos del programa Aprende en Casa II, Educación para Adultos, de la SEP.

“A mí me llama mucho la atención lo que es la historia y la geografía, pero también las matemáticas, porque es una de las bases principales para el transcurso de la vida. Si uno está preparado y tiene conocimientos no lo engañan tan fácilmente, sobre todo con el dinero”, dijo.

Don José pasó su infancia mudándose de un estado a otro y por eso no pudo concluir sus estudios. Cuando por fin se asentó en un lugar tuvo que comenzar a trabajar.

“Nací en Tlaxcala, en 1933, y ahí empecé a estudiar, no con un cuadernillo, sino en una pizarra, una cosita, así como un pizarrón, pero como me traían de un lado para otro: Puebla, Hidalgo, Veracruz, nunca concluía. Hasta los 16 años, por ahí de 1955, puede decirse que habría terminado mi primaria y siempre quise retomar, pero ya nunca pude por el trabajo”, contó.

En el 2000, después de 30 años de ser fogonero de calderas en hospitales, se jubiló y decidió no postergar más su sueño de seguir aprendiendo. Comenzó a leer más, a buscar en el diccionario las palabras que no entendía y a ver algunos programas educativos.

Hace un par de años encontró al INEA y quiso terminar su primaria. Apenas en abril pasado, en medio de la pandemia, lo consiguió y ahora va por más.

“Quiero hacer lo posible por estudiar, terminar siquiera la secundaria. A mis hijos los veo que están en la computadora, en sus celulares, sus WhatsApp. Todas esas cosas me llaman la atención y siempre se puede aprender, siempre, como vulgarmente dicen: el querer es poder y si yo quiero, puedo hacerlo. La práctica hace al maestro”, concluyó.

EL ÁLGEBRA LA TUVO EN JAQUE

“El álgebra me tuvo en jaque, pero lo logré; yo decía ‘¿cómo voy a aprender tantos números?’ Pero sí se puede: cuando hice mi examen le pregunté al maestro Toño cómo salí y me dijo: ‘excelente, doña Cris, excelente. Tiene 9.6’. Dije ‘ay, no puede ser’”, relató Daria Crisanta Castillo, una abuelita que terminó la secundaria a sus 67 años de edad.

Junto a su nieto Luis Fernando, de 14 años, quien cursa el segundo grado de secundaria, doña Crisanta culminó el sueño que postergó durante 55 años: seguir estudiando.

“Acabé la primaria normal a los 12 años, pero por falta de recursos y de lugar, porque no había secundarias en el Ajusco, donde yo vivía, ya no seguí. Ahora me gustaría hacer la prepa, intentarlo, a ver si puedo. Con la secundaria, bendito Dios, ya se cumplió. Ya nada más estamos esperando a que me certifiquen para darme el gusto de decir ‘lo logré, tengo mis papeles’”, dijo.

La abuelita, otra de las estudiantes del programa Aprende en Casa II, Educación para Adultos, se convirtió en la compañera de estudio de su nieto, con quien ha hecho mancuerna para aprender mejor.

“Luego en la tele van muy rápido y a veces no alcanzo a copiar bien, pero él sí. Entonces le digo ‘a ver, ahora díctame con calma’. Si algo no entendemos, pues volvemos a leer y releer y así la llevábamos los dos, nos vamos ayudando. Me siento muy bien, muy contenta de poder estar estudiando con él, porque como decía mi abuelita: ‘son de mis últimos retoños’”, expresó.

Para su familia, doña Crisanta se ha convertido en motivo de orgullo y hasta de motivación para dos de sus cuatro hijos, quienes después de ver su determinación para aprender han decidido concluir su proceso de titulación.

“Mi mamá, que ha sido nuestro sostén desde que falleció mi papá, nos ha enseñado a ser perseverantes y es indescriptible lo que sentimos cuando nos dijo que ya había terminado la secundaria, no nos la creíamos, pero ella nos ha demostrado, día con día, que sí se puede”, explicó Alfonso, el mayor de sus cuatro hijos.

A Luis Fernando, su nieto, le emociona que su abuelita sea una alumna de excelencia y quiera seguir estudiando.

“Acabó su secundaria con muy buenas calificaciones, yo creo que todos pueden aprender, de hecho, pueden hasta terminar su carrera. Me gustaría que mi abuelita sí la acabe. Tarde, pero seguro”, deseó.