Hay en Juárez 10 mil inmigrantes varados

Ciudad Juárez, México.- La crisis migratoria de México es también una guerra de palabras. ¿Bad hombres o refugiados? ¿Procesos de salida de inmigrantes irregulares o deportaciones? ¿Estaciones migratorias o centros de detención?
El último término polémico es retornados. Se le ocurrió a un funcionario mexicano para diferenciarlos de los repatriados —los que son devueltos a su país de origen— y de los que se acogen al Protocolo de Protección al Migrante, un tecnicismo con el que Washington ha impuesto, primero de facto y luego de modo consensuado, que las personas que pidan asilo en su país sean inmediatamente enviadas de vuelta a México para que esperen allí el resultado del proceso.
Casi 20,000 retornados han llegado desde primavera, la mitad de ellos a Ciudad Juárez, poniendo a prueba la resistencia de los migrantes y la capacidad de una de las ciudades más violentas del país, que hace un año apenas tenía dos albergues y donde una cuarta parte de la población es pobre.
El albergue El buen samaritano tiene espacio para 60 personas, pero está cobijando a 105. El resto de los 13 centros están igual de saturados.
El nodo El Paso/Juárez se ha convertido durante este último episodio en la zona cero migratoria, relevando a otros enclaves como Tijuana o el desierto de Sonora.
El endurecimiento de la política migratoria de México no se ha limitado a recibir asilados. Por la orilla del escuálido Río Bravo, linde natural entre los dos países, pasean día y noche parejas de la Guardia Nacional, el nuevo cuerpo militar desplegado por la frontera.
Han subido los controles por carretera y las redadas han llegado incluso al interior de los albergues. La mano dura ha dado resultados: de 900 migrantes que cruzaban a diario en mayo, han bajado a 300, según cifras de detenciones de la policía fronteriza de EE UU.
A la vez, México ha triplicado tanto el número de deportaciones como de recepciones de asilo. Y los retornados han pasado de 100 diarios antes del acuerdo a más de 200, siendo el 80% ciudadanos centroamericanos.
Organizaciones de derechos humanos han denunciado ante tribunales federales la validez jurídica de la figura del retornado. Mientras, dentro del aparato migratorio mexicano cada vez más voces hablan en privado de que “México le está haciendo el trabajo sucio a Trump”. Y la telaraña aún puede enredarse más.
El pasado martes, a una semana de reanudar con México las negociaciones de los nuevos términos migratorios, Trump aprobó una nueva norma: los solicitantes de asilo tendrán que haberlo pedido antes en algún país de paso o serán directamente rechazados en Estados Unidos.
Aún es pronto para evaluar las consecuencias de su implementación. Fuentes mexicanas de migración confirman que de momento los cupos diarios de entrada para solicitantes de asilo siguen igual. Pero organizaciones como Acnur ya han mostrado su preocupación.
“Van a subir mucho las solicitudes de asilo en México —señala uno de sus representantes, Josep Herreros—, donde ya de por sí existen muchas dificultados para procesar los casos que recibe. Además hay zonas con problemas de seguridad”.
Este texto ha sido publicado en el sitio Cambio de Michoacán, en la dirección http://www.cambiodemichoacan.com.mx/nota-n54855