Israel bombardea Irán: el conflicto da un giro peligroso

Israel lanzó ayer un ataque masivo contra la cúpula militar iraní y varias instalaciones nucleares, en lo que constituye la ofensiva más significativa contra Irán.

Si bien Israel ya había atacado objetivos iraníes en diversas ocasiones desde el inicio de su guerra contra Hamás en octubre de 2023, esta incursión se distingue por su alcance y gravedad.

Las tensiones entre ambos países son profundas y de larga data. En la era del Sha Reza Pahlevi (1941‑1979), Teherán mantenía estrechos lazos políticos, militares y energéticos con Israel; incluso fue el segundo país, junto con Estados Unidos, en reconocer al Estado judío en 1960.

Sin embargo, tras la revolución islámica de 1979, la ruptura fue total: Irán abrazó la causa palestina, cerró su embajada israelí y consolidó una política exterior adversa al estado hebreo.

Aunque hubo tímidos intentos de acercamiento durante la presidencia moderada de Mohamed Jatami (1997‑2005), la llegada del ultraconservador Mahmud Ahmadineyad fracturó de manera definitiva las relaciones. Desde entonces, las diferencias se han intensificado, alimentadas por los programas nucleares de Irán y su apoyo a fuerzas como Hizbulá, Hamás y los hutíes, integrados en el denominado “Eje de la Resistencia”.

La reciente operación israelí, que incluyó al menos cien objetivos entre altos mandos, científicos nucleares y planta de enriquecimiento en Natanz el 13 de junio, marca un punto de inflexión con un riesgo significativo de escalada regional.

Esta ofensiva se produce en un contexto de máxima tensión diplomática y militar, tras la resolución de la OIEA del 12 de junio criticando el enriquecimiento nuclear iraní y un despliegue de represalias por parte de Irán en octubre pasado.