Sueñan con asilo para sus hijos; crisis fronteriza marca a familias

CIUDAD ACUÑA.- El migrante de origen haitiano Onack Denis duerme en el polvo, entre la tierra y las hormigas, junto a su hijos.

Entre las miles de personas migrantes apostadas en el campamento asentado en la frontera entre Acuña, Coahuila, y Del Río, Texas, hay muchas niñas y niños que juegan en medio de casas de campaña, la tierra y las patrullas mexicanas que la madrugada de ayer ingresaron al campamento.

Es un riesgo viajar con ellas y ellos, pero Onack considera que el riesgo mayor era quedarse en Haití.

Él está seguro de que Débora, su hija de un año y nueve meses, y su hijo mayor de ocho estarán mejor si logran conseguir asilo en Estados Unidos o México.

Queremos una educación mejor para vivir mejor porque la manera como yo estoy ahora no me gustaría ella esté así. Me gustaría para ella una vida mejor”, relató. La familia es una de las miles de haitianos que se instalaron en el punto fronterizo a la espera de llegar a Estados Unidos.

“USTED TAMBIÉN ES PADRE”

Entre los migrantes que ya habían cruzado después del operativo sorpresa de las autoridades mexicanas, se encontraba John, un hombre de 34 años cuya esposa e hija de 10 meses ya estaban del lado norteamericano, Él tuvo que volver al lado mexicano para recuperar la comida de su bebé, le advirtieron que no podría regresar.

Usted también es un padre, yo creo que también es padre”, increpaba John a los oficiales, quienes que le impedían el paso al campamento donde estaban las cosas de su bebé.

Voy a buscar mis cosas de mi bebé y el jefe (policía) me dice: no puede pasar; ¿y cómo va a vivir allá mi bebé si no tengo nada para comer?”, reclamó.

Finalmente John pudo pasar por la comida de su bebé y volver a cruzar, sin saber a ciencia cierta qué futuro les espera en Río Grande de donde ya no podrán volver, al menos, en el transcurso del día.

El comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM) mexicano, Francisco Garduño, defendió los controles fronterizos.

Válgase el ejemplo, aunque que no es similar, pero en el cielo hay control migratorio”, dijo.

A LA SOMBRA DEL VIRUS

El polvo y la tierra enfermaron a la hija de Onack.

Él atendió a la menor en el campamento de la organización Médicos sin Fronteras que está en el parque Braulio Fernández.

La brigada camina entre los asentamientos en busca de personas con posibles síntomas de coronavirus.

Cristöph Jankhöfer, coordinador del Proyecto Migrantes Médicos sin Fronteras México, explicó que brindan atención médica y sicológica.

Han dado unas 120 consultas medicadas y sobre todo vemos en tomas respiratorias, síntomas gastrointestinales, infecciones de piel y de vías urinarias.

El experto y activista teme que un caso de coronavirus desate una ola de contagios.

Hasta el momento no han detectado ni un caso de covid-19, por las condiciones del campamento consideran que un solo positivo diseminaría muy rápido la infección. Lo que sí han encontrado es mujeres con secuelas de violencia sexual”, dijo.

Solamente falta dormir”, lamentó Onack.

E hizo una pausa para decir: “Por que mira cómo pican las hormigas”.

LOS DESPIERTAN PATRULLAS

El sueño de los migrantes haitianos en el parque Braulio Fernández fue interrumpido ayer en la madrugada por el arribo de patrullas de la policía estatal de Coahuila, personal del Instituto Nacional de Migración (Inami y dos autobuses que se apostaron en la puerta de entrada.

Llegaron a las cuatro, casi las cinco de la madrugada, muchas patrullas con la policía e inmigración nomás, ¿por qué llegar a esa hora si tienen todo el día?”, preguntaba un migrante.

El desconcierto de los migrantes los reunió en un círculo para hacer una oración.

Pero la decisión ya estaba tomada, la presencia de autoridades fue en aumento hasta que poco antes de las dos de la tarde del lado de Río Grande en Texas, y del lado de Ciudad Acuña en Coahuila fue cortada la cuerda que era utilizada por los migrantes para cruzar de un lado a otro de la frontera entre México Estados Unidos.

Una cuerda que les facilitaba cruzar el afluente del río Bravo que en ese punto no es más grande que 100 metros de distancia y que ahora los pone en riesgo de ser llevados por la corriente sobre todo en los últimos metros antes de llegar a Estados Unidos.

El cruce por ese punto que había estado activo durante las últimas semanas se detuvo sólo unos momentos.

Lo que estas personas están haciendo no es de humanos, nosotros venimos con un plan de tramitar los papeles, llegamos a Tapachula, estuvimos tres meses en Tapachula, allá nos dijeron que nos iban a ayudar y ahorita en la madrugada nos mandan a migración, ¿por qué?”, expresó Diana, una mujer colombiana.