Derivado de horas de enfrentamientos armados entre grupos antagónicos de la delincuencia organizada, cerca de 700 personas huyeron de las comunidades Las Bateas, Los Llanos y Tepetate, pertenecientes al municipio de Apatzingán, Michoacán, para salvar sus vidas.
Por el momento, las familias desplazadas encontraron refugio temporal en iglesias como la de la comunidad de Presa El Rosario, en donde poco a poco arribaron decenas de hombres, mujeres y niñas en busca de ayuda.
Según versión de los desplazados, los enfrentamientos entre el crimen organizado se extienden por toda la región y prefieren dejar sus casas y labores del campo ante el temor de ser víctimas de la inseguridad que prevalece en la Tierra Caliente de la entidad.
Para obtener recursos económicos y sobrevivir, los desplazados son contratados en las cosechas del limón en Apatzingán y desconocen cuándo podrán regresar a sus hogares ante la ola de violencia en la región.