‘El Chueco’ habría matado al sacerdote que le dio la primera comunión

En entrevista con Pascal Beltrán del Río, el padre jesuita Javier Ávila Aguirre, dejó entrever que el asesino de los sacerdotes en Cerocahui, José Noriel Portillo ‘El Chueco’, es un miembro cercano a la comunidad, habría recibido del padre Javier Campos su primera comunión.

Ese día, de acuerdo con el testimonio de un tercer párroco que resultó ileso, el presunto asesino venía drogado, que no alcoholizado, “con la cara muy rara”.

Y era conocido de la comunidad, expresó.

“Pues creo yo que por lo menos alguno de los sacerdotes, el padre Javier Campos, me parece que hasta le dio la primera comunión”.

El Padre Javier “Pato” Ávila Aguirre, miembro y activista de la comunidad Jesuita en Chihuahua, habló en entrevista para Primera Emisión en torno al homicidio de un hombre y dos sacerdotes en Urique, destacó que la situación de violencia que se vive en las comunidades indigenas está tomando fuerza y cada vez hay más desplazados por esta situación.

“Las investigaciones siguen, los operativos están ahí presentes. Ayer estuve en la comunidad. Hay elementos de la Guardia Nacional, de la Sedena, de la policía estatal, de la policía ministerial, están investigando pero no nos han dado ningunos resultados, ni tampoco noticias sobre el sujeto investigado, el delincuente señalado”, apuntó.

–Entiendo, padre que después del asesinato de sus compañeros, un tercer sacerdote intentó incluso que no se llevaron los cuerpos. El y otros miembros de la comunidad, cómo están de acuerdo con ustedes y con lo qué les dicen las autoridades, en qué riesgo se encuentran.

–Los riesgos están muy patentes porque el sacerdote quedó vivo, y este sacerdote me impresionó mucho la paz y la tranquilidad que tiene. Ayer que platicaba yo con él me refería de nuevo los hechos, con mucha tranquilidad. Y siempre está la inseguridad y el riesgo de que el sujeto lo busque para tomar venganza o para seguir eliminando a la gente, a los que quedaron de testigos. La gente esta temerosa, por supuesto, como siempre, no hablan, están a la expectativa, están lastimados, también. Porque eran Javier y Joaquín, de los buenos pastores, gente entregada al pueblo, consciente caminaban con mi alegría, con gusto a lado de su pueblo.

–Se dice padre que esta persona, que entiendo, me refiero al presunto asesino, era conocido ahí mismo, y quizás conocxido para el tercer padre que refiere usted, y pues venía en un estado alterado probablemente después de haber consumido drogas.

–No es nada difícil. Según me dice el padre, que venía muy drogado, porque incluso yo le pregunté: ¿venía alcoholizado? No. Me dijo que no olía a alcohol. Me dijo no tenía una cara muy rara. Y conocido por ellos, desde pequeños.

–Conocido por ellos desde pequeño como miembro de la comunidad, probablemente ellos habrían participado en alguna misa, en algún servicio donde estuvo presente.

–Pues creo yo que por lo menos alguno de los sacerdotes, el padre Javier Campos, me parece que hasta le dio la primera comunión.

–Caray, padre. Entiendo que estaba en el lugar o muy cerca un representante de la compañía de Jesús.

–Afirmativo.

–¿Y él cómo se encuentra?

–Está bien, está bien, elegió no salir y acompañar a los hermanos que quedaron ahí, como un diácono, y se quedó ahí. Está muy tranquilo. Hay mucha solidariad, mucha presencia y mucho apoyo.

Finalizó el padre Ávila:

“Hay mucho dolor. Muchos asesinatos. Hay mucha impunidad; esas son de las características muy lamentables de nuestro país, porque hasta ahorita hay más datos de muertos y desaparecidos que datos de experiencias exitosas en la persecución de este delito”.