Me enseñaron a ser fanático de México: Nazar Haro, el espía que infiltró a las guerrillas

Miguel Nazar Haro fue uno de los hombres más importantes dentro del sistema de seguridad de México en la segunda mitad del siglo pasado, sobre todo durante el sexenio de José López Portillo (1976-1982). Recordado por su trabajo al interior de la terriblemente famosa Dirección Federal de Seguridad (DFS) y su participación fundamental en la guerra sucia. La visión y creencias de este “hombre del sistema” quedan reveladas en El tigre de Nazar (Grijalbo) contadas por él.

Nazar Haro, un nombre que hasta la fecha es para muchos sinónimo de tortura y espionaje, cuenta en el libro sentirse frustrado y traicionado por el sistema político que él defendió. Fue de los pocos miembros de la DFS que tuvo un proceso legal por sus acciones.

“Nada quiero, nada pido. Que me dejen morir en paz, que me olviden, me han agarrado de bandera. No quiero ser nadie más. Ya me tocó vivir una época difícil, me tocó resolverla. Que me olviden”.

El periodista Gustavo Castillo García entrevistó a Miguel Nazar Haro 70 veces en 8 años y su libro muestra el ocaso de este personaje. Alejado de la opinión del autor, este es el testimonio de un “fanático de su patria”.

¿Cómo conoció a Nazar Haro?

Por azar. En 2002 hay una conferencia que tenía que ver con empresas de seguridad privada. Estaría en el presídium Miguel Nazar. Cuando me toca preguntar me suelto sobre las acusaciones sobre su participación en la guerra sucia, porque ya era conocida su fama de torturador, de desaparecer gente y ser duro como policía.

Esta persona se me queda viendo y me dice: ‘Mira, hay un error. Yo soy Nassar Daw y a quien usted quiere es a mi papá. Miguel Nazar Haro’.

Finalmente se consigue una reunión en su despacho privado. Ese primer encuentro se volvió un combate porque yo era joven y él no me tenía confianza. La diferencia eran 40 años de edad, él rondaba los 80.

¿Qué le preocupaba a Nazar?

Lo que él decía era que había estado hablando con un periodista por días y que lo publicado no reflejaba lo que había dicho. Lo tildaban de una persona desmemoriada. Le aseguré que escribiría lo que me contara con sus palabras.

¿De qué hablaron esa primera charla?

Sobre qué pensaba de los guerrilleros y de la Brigada Blanca.

Luego se dio un segundo encuentro, cuando Nazar ya era indiciado en las carpetas de investigación de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSSP). Me soltó un discurso sobre su infancia y su familia.

¿Qué episodios hay en el libro?

Nazar cuenta lo que él vivió en la Plaza de Tlatelolco la noche del 2 de octubre de 1968. Él dice con quienes estuvo y qué vio.

Habla del Campo Militar no. 1 —que en el 68 se transformó en el centro coordinador del Ejército con las corporaciones policiacas en el combate contra las guerrillas y movimientos subversivos, tristemente célebre por las numerosas denuncias y testimonios de tortura realizadas en su interior—. Él relata lo que se hacía en ese campo.

También habla de personajes como Áyax Segura Garrido —señalado como un infiltrado del gobierno en el movimiento estudiantil— y como Sócrates Campus Lemus —personaje controversial del 68, acusado de mentiroso y delator—.

Aparecen los involucrados en la guerrilla de los años 70 y 80. Te hablo de personajes como Lucio Cabañas y las operaciones en su contra, en Guerrero, particularmente. Nazar siempre habla de lo que para él significaban esas guerrillas, el surgimiento de la Liga 23 de Septiembre y los distintos grupos en el país.

¿Qué otros momentos reveló Nazar?

Historias que sucedieron en “Casas de Citas”, porque no eran burdeles, donde el espionaje y la trama de muchas historias se gestaba.

Este libro también, de cierta forma, explica el sistema político en sus palabras. El cómo se construían candidaturas presidenciales, cómo jugaban el poder y lo que él representaba para ese poder.

Nazar no es un personaje blanco o negro. Los lectores tendrán que hacerse su juicio porque igual hay quienes fueron rescatados por él y su grupo. Hay familias que, cuando él estaba bajo prisión domiciliaria, le mandaron cartas agradeciéndole el trabajo hecho 30 años atrás.

En el libro hay un momento en el que Nazar Haro hace una perspectiva de presidentes; desde López Mateos hasta Calderón, incluso dio si opinión de López Obrador en 2006.

Si uno busca Nazar Haro en internet salen dos palabras: torturador y espionaje. ¿Qué tanto es eso cierto?

Hay que verlo a la luz de muchos aspectos. Era un tiempo de mucha polarización. El concepto de tortura hoy difiere de lo que ocurría en el México de los setenta. El contexto era la Guerra Fría y va de la mano del espionaje y combate a grupos guerrilleros.

Lo que él dice es: “Yo hacía interrogatorios científicos”.

Hay un momento en que él me cuenta que uno de los interrogatorios “científicos” le costó mucho trabajo y dijo: ‘No me quieres contestar a mí, pues contéstale al compañero Tigre’. Nazar no se refería a otro integrante de la DFS, no. Él usaba a un tigre de Bengala real.

¿Creía firmemente en lo que hacía?

Sí, él lo dice en el libro.

¿En qué creía Nazar Haro?

Él entendía a su patria como lo más importante. Nazar dice:

“Antes éramos fanáticos del país. Yo era un fanático. Para mí, México era el mejor país del mundo. En la escuela me metieron eso desde niño. Nos enseñaron a ser fanáticos de nuestro país”.

Él creía que protegía a México de gente que tenía una ideología proveniente del extranjero y que solo buscaba alcanzar el poder por el poder.

Él combatía el comunismo con todas las aristas que eso significa. Creía que ese pensamiento podría destruir al país.

¿Qué tan larga es la sombra de Nazar Haro en el actual sistema de inteligencia mexicano?

Pues imagínate, la DFS, de la cual Nazar fue director y, por tanto, aportó a su desarrollo, se transformó en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, que a su vez se convirtió en el Centro Nacional de Inteligencia.

Muchas personas que hoy están ahí son alumnos de quienes aprendieron directamente de él.

Nazar Haro murió en libertad en 2012. Fue exonerado en el único juicio que se le instruyó.