“Ya me toca a mí, aquí se acaba todo”: mexicana recuerda la estampida en Seúl

Juliana Velandia, sobreviviente mexicana a la estampida de Seúl, contó en entrevista para MILENIO cómo logró salir con vida de la tragedia ocurrida el pasado 29 de octubre en el barrio de Itaewon, en donde murieron 154 personas y otras 149 quedaron heridas.

De acuerdo con su testimonio, Juliana acudió en compañía de una amiga suya, Carolina Cano, al barrio de Itaewon para celebrar las festividades de Halloween, como se hace cada año. Su intención, relató, era dar un paseo con su disfraz por el popular corredor comercial que alberga restaurantes, pubs, centros nocturnos y que es frecuentado por visitantes de todo el mundo.

Al poco rato, sin embargo, ella y su amiga notaron que las calles comenzaban a llenarse de mucha gente, más de lo normal, por lo que decidieron marcharse y tomar el metro. El callejón que daba a la estación del subterráneo y por el cual entraron fue Itaewon ro 27 ga gil. Minutos después de las 22:00 horas comenzó la estampida.

“Nos empezaron a empujar y a empujar. El callejón es una pendiente hacia abajo y nosotras estábamos hasta arriba, donde comenzó todo. En algún punto, entre los empujones, perdí de vista a mi amiga. Mi pecho estaba totalmente aplastado, ya no podía expandir los pulmones, mis pies ya no tocaban el suelo porque había cuerpos debajo de mí. Llegó un punto en que no podía respirar y pensé ‘okay, ya me toca a mí, aquí se acaba todo’”, contó.

“Necesito volver a ver a mi mamá”

Juliana relata que estuvo atrapada en medio del tumulto entre 30 y 40 minutos. El aire era irrespirable. No se podía mover ni un solo músculo. Durante ese tiempo dejó de sentir la circulación de sus piernas, no podía mover ni siquiera los dedos de los pies; a su alrededor una imagen de pesadilla ocurría: todas las personas se encontraban inconscientes, nadie hablaba y parecía que ella sería la siguiente en sucumbir a la asfixia.

Entonces algo ocurrió. Juliana lo describe como “el instinto humano”.

“No, no, no te vas a morir. Yo necesito volver a ver a mi mamá que está en México. No me puedo morir aquí”, fueron los pensamientos empujaron a Juliana a salvarse de la tragedia.
Comenzó a aspirar pequeñas porciones de aquel aire envilecido que, sin embargo, era vida para ella. Respiraba muy poco, dijo, con mi boca, no con mi nariz porque el aire ya no me alcanzaba, y así me mantuve entre 30 y 40 minutos, respirando de a poquito hasta que quitaron al muchacho que tenía encima de mí y me rescataron.

“Le debo la vida al muchacho coreano que me jaló del brazo y me rescató. Yo nunca estuve con los paramédicos. Quien me rescató fue un civil que pasaba por la calle y entró al lugar a ayudar”, explicó.

Juliana tiene 23 años y es originaria de Mexicali. Estudia medicina en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) pero se encuentra de intercambio en la Universidad Católica de Bucheon, en Seúl. De momento, a pesar de que lo que más desea ahora es abrazar a su mamá, no tiene planes de regresar a México.

“Voy a hacer todo lo posible para disfrutar lo poco que me queda de estancia aquí. Es algo que tengo que hacer, que tengo que terminar”, explicó.