DESENTUERTOS: PENICHE HIERVE DE CORAJE

*MIGRANTES MALANDRINES

*DEJAN SICARIOS CÓDIGOS DE HONOR

El rumor de que habían detenido al fiscal de la Zona Occidente, Jesús Manuel Carrasco Chacón, así como a dos de sus comandantes, provocó el coraje en el fiscal general, César Augusto Peniche.

Se molestó el funcionario, porque aseguró que los susodichos no estaba desaparecidos ni detenidos por autoridad alguna, sino que estaban “en comisión”.

La versión de que los habían torcido, aldaba desatada en el municipio de Cuauhtémoc.

Dicha dependencia mantiene una dura campaña contra la alcaldía encabezada por Carlos Tena y en ese merco es que se dio la viralización de la información.

Por cierto que Tena tiene la esperanza de que AMLO cumpla la promesa de enviar a la Guardia Nacional al lugar, para que definitivamente saquen a los estatales, con quienes ha tenido rudas fricciones.

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No todos los que vienen en las caravanas migrantes son peritas en dulce y es un hecho que se colaron delincuentes, que han empezado a reproducir acciones que en sus lugares de origen hacían de forma ordinaria.

Tal es el caso de Walter Alexander G., de El Salvador, a quien capturaron aquí en Juárez, por estar involucrado en secuestros locales.

También se ha dicho que vienen pandilleros de la Mara Salvatrucha y hay quienes acusan a otros por haberse involucrado en bandas de sicarios, porque en sus países estuvieron involucrados en grupos guerrilleros. Se dice que aquí fueron enrolados en la guerra de narcos.

El detalle es que tampoco se puede generalizar y satanizar a todos los migrantes, sino que debe aplicarse el término de justicia, para detener y castigar a quien lo merezca, pero dejar en paz a quien se comporte de forma ordenada y respetuosa.

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A propósito de la inseguridad en Juárez, la muerte de una niña de 6 años en un kínder, al recibir una bala “perdida”, disparada por un sicario, desató la indignación en la ciudadanía.

Hace muchos años en las bandas delincuenciales existían supuestos códigos de honor, donde se respetaba al máximo a las terceras personas.

Así que las ejecuciones no se daban a la luz pública y cuando se veían obligados a asesinar a sus rivales en la calle, cuidaban que no fueran acompañados de sus familiares, sobre todo si eran niños.

Pero ahora ya los códigos entre malandrines parecen haber desaparecido, porque ni siquiera las importó atacar frente a un kínder, cuando se realizaba una graduación.

Así que ejecutaron a su objetivo, un hombre, pero probaron de la vida a un inocente angelito.

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