Tenemos una familia esperándonos en casa: policía herida en marcha de abortistas

Ciudad de México.- Inmersa en la obscuridad que regala la noche de la Ciudad de México, está Mayra, o Castillo, como la llaman en el agrupamiento Ateneas, ella es una de las efectivas que estuvieron desplegadas en el operativo de la marcha del Día Acción Global por el Aborto y es una de las 27 policías lesionas.

Detrás de un uniforme manchado de pintura rosa y el casco coloreado con pintura en aerosol está Mayra, una mujer de 31 años que todas las noches llega a casa a abrazar a su mamá y contarle su día; sin embargo, esta ocasión no tendrá buenas noticias que darle, pues una manifestante le roció pintura negra en los ojos, provocando una grave irritación, además de una lesión en la mano, hecha con un martillo entre los disturbios.

Castillo lleva ocho años en las filas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México. Entró con 23 años a la academia, siempre contando con el apoyo de su familia, sus papás y hermanos, quienes pese a los riesgos que su profesión conlleva, la apoyan para cumplir con su deber y pasión de proteger a la ciudadanía, pero siempre teniendo a Dios en su corazón, su fe cristiana la motiva a seguir con su labor.

Visiblemente cansada, pero particularmente tranquila luego de que los paramédicos del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) le dijeron que sus lesiones no requerían traslado hospitalario, ella describe que la pintura en aerosol daño e irrito sus ojos, “mi mano pues sí también fue lastimada con un martillo, pero bueno, afortunadamente nada de gravedad”.

Mayra se dijo contrariada ya que “finalmente detrás de este uniforme existe una mujer y no está nada bien que otra mujer te agreda, yo creo que el hecho de que ellas vengan y se manifiesten… debemos de tratar de ser empáticas”, pues ella al igual que muchas de sus compañeras en la corporación apoyan las peticiones de las feministas.

Pese a sus lesiones, Mayra se dice satisfecha pues “se cumplió el objetivo de llevar esta marcha lo más pacífica posible” pero asegura que sus compañeras son mujeres, madres, hijas. “Tenemos una familia esperándonos en casa después de cada turno y siempre es el sentir de nuestra familia de ‘¿esta bien o esta mal?’ o en estos eventos es más la tensión de saber cómo está tu hija y como está tu esposa o la madre de tus hijos”, dijo.

Sin embargo, dice que el orgullo de su madre por su labor es el mejor aliciente. “Yo llego y mi mamá no puede con el llanto y me abraza y me dice que está orgullosa de mí y creo que eso es lo mejor que te puede pasar”, y asegura que lo que más le gusta de su trabajo es ayudar a la gente sin esperar nada a cambio. “Como ahorita es estar con ellas, cuidándolas, tratando que no nos vean como algo agresivo para ella, yo creo que día a día se va mejorando esta situación”.

La noche sigue su curso, el Zócalo de la Ciudad de México ya se encuentra vacío, solamente quedan las pintas en las vallas, Mayra toma su escudo y junto a sus compañeras abordan el transporte que las llevará a su sede, donde sus compañeros las recibieron con una lluvia de pétalos de rosas y flores, después de una pesada tarde (Milenio).